El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se desarrolla a partir de los melanocitos, las células responsables de producir el pigmento conocido como melanina, que da color a la piel. Aunque el melanoma es menos común que otros tipos de cáncer de piel, como el carcinoma de células basales o el carcinoma de células escamosas, es el más peligroso debido a su capacidad para propagarse a otras partes del cuerpo si no se detecta y trata a tiempo.

¿Cómo se origina el melanoma?
El melanoma generalmente se origina en áreas de la piel que han estado expuestas al sol, aunque también puede desarrollarse en zonas que no están comúnmente expuestas, como las palmas de las manos, plantas de los pies y debajo de las uñas. Factores como la exposición prolongada a los rayos ultravioleta (UV) del sol o de dispositivos de bronceado artificial, como las camas solares, incrementan significativamente el riesgo de desarrollar melanoma. Las quemaduras solares, especialmente aquellas sufridas durante la infancia, también se consideran un factor de riesgo importante.

A nivel mundial, los casos de melanoma han aumentado en las últimas décadas. Existen varias razones que explican su prevalencia creciente Exposición excesiva al sol, Bronceado artificial, Predisposición genética, Piel clara.

¿Cómo reconocer el melanoma?
El melanoma puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en la espalda, las piernas, los brazos y la cara. La forma más habitual de identificarlo es mediante el cambio en un lunar existente o la aparición de uno nuevo. La regla ABCDE es útil para detectar posibles melanomas:

• Asimetría: Una mitad del lunar no coincide con la otra. Da la apariencia de una forma extraña o poco común en un lunar.
• Bordes: Los bordes son irregulares o poco definidos.
• Color: Hay variaciones de color, como tonos de marrón, negro, rojo, blanco o azul.
• Diámetro: El lunar tiene más de 6 mm de diámetro.
• Evolución: Cualquier cambio en tamaño, forma o color puede ser una señal de advertencia.

¿Cómo se previene el melanoma?
Para reducir el riesgo de melanoma, es fundamental limitar la exposición al sol y evitar el uso de camas solares. El uso de protector solar con un factor de protección alto (FPS 30 o superior), ropa protectora, sombreros y gafas de sol puede ayudar a reducir la exposición a los rayos UV. Además, es importante realizar autoexámenes regulares de la piel y acudir a un dermatólogo ante cualquier cambio sospechoso en los lunares o manchas.

El melanoma es un tipo de cáncer de piel potencialmente mortal que ha visto un aumento en su prevalencia debido a factores como la exposición excesiva al sol y el uso de dispositivos de bronceado. Sin embargo, al ser consciente de los factores de riesgo, tomar medidas preventivas y realizar exámenes periódicos de la piel, se puede detectar a tiempo y reducir significativamente el riesgo de complicaciones graves.